martes, 18 de mayo de 2010

Volver del infierno: rescatadas de las redes de trata y prostitución.

Mujeres que logran escapar de las redes de trata buscan ayuda desesperada. Hay ONG que intentan brindarles nuevas oportunidades. Y explotadores al acecho. Dramático relato de una sobreviviente.Cuando Graciela Cañete se despertó ese viernes de octubre ya no estaba en la estación de Ezeiza. Estaba tirada en el piso de una habitación de paredes y techo de madera a 264 kilómetros. Cuando se despertó, la chica de 22 años estaba en un prostíbulo en Gualeguaychú. Tres hombres la habían subido a una camioneta negra y le habían dado algo que la durmió por completo. Cuando Graciela Cañete se despertó ese viernes de octubre, sintió el peso de un cuerpo ajeno sobre el suyo inerte. Ya no estaba en la estación que ahora vuelve a ver desde la ventana del bar donde está sentada, semi acurrucada dentro de una campera de jean, de vuelta del infierno.

En un hotel de esos de paso que hay en el barrio de Constitución, dos mujeres duermen. Duermen a unos 20 minutos de la estación de Ezeiza. Duermen y no hacen otra cosa que dormir. Cada tanto alguien las visita. Les llevan comida, les dan plata y tratan de explicarles cómo moverse. Fueron rescatadas del encierro de un prostíbulo. Sus visitantes intentan establecer una relación de confianza para poder ayudarlas a dar los primeros pasos para salir de la esclavitud moderna que es la explotación sexual.

Ser víctima de la trata de personas es haber sido secuestrada, violada, drogada, obligada a ejercer la prostitución y a casi no comer durante días. Es haber sido la víctima de un delito que produce el 85 por ciento de los 32 mil millones de dólares anuales que genera la trata de personas. Según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) son 1.390.000 las personas que, por año, caen en las redes de traficantes. Destino de mano de obra de fábricas clandestinas o prostíbulos. Y el 56 por ciento de ellas son chicas y mujeres.

Graciela Cañete es una de las pocas víctimas que quiere contar su historia ¿Cómo se vuelve del infierno de la explotación sexual? "Por mis hijos", dice ella.

"Antes que nada hay que lograr que se sientan seguras", explica Luciana Lirman, integrante del Programa de Asistencia a Víctimas de Trata (AVOT), que la OIM creó en 2005 para dar una respuesta regional a las víctimas rescatadas que comenzaban a llegar a las oficinas de la calle Callao.

"Necesitan de todo. Desde un cepillo de dientes hasta los documentos", señalan desde el organismo, que interviene para brindarles un lugar seguro y protegido, y las provisiones básicas para la vida diaria, hasta que puedan resolverse sus situaciones. Es la primera etapa, donde se les debe dar asistencia psicológica, jurídica, médica.

"El después es un gran problema. En Argentina, a las víctimas se las obliga a declarar casi al otro día del rescate, cuando todavía están en shock. Hay países que les dan hasta un año. En todos los casos, los primeros meses son los más delicados", cuenta Monique Thiteux Alstchul, directora ejecutiva de la Fundación Mujeres en Igualdad, una de las ONG que trabaja por los derechos de las mujeres. "Porque es probable que sin una buena protección, vuelvan a caer en las redes de traficantes o si vuelven a su pueblo sean estigmatizadas", advierte.

Graciela Cañete volvió a su barrio en Ezeiza después de haber escapado del prostíbulo donde la tuvieron secuestrada durante unas 48 horas. Volvió a su casa y ya se cruzó con la mujer que la marcó y con el hombre que la entregó. "Si seguís así, te van a volver a venir a llevar", la amenazaron.
Cuanto más largo el cautiverio, peor es. Más pierden. Pierden la dignidad y también el sentido del tiempo, están mal alimentadas y, en muchos casos, salen adictas a las drogas. Y tienen miedo, sus explotadores fueron dueños y señores de sus vidas, y la mayoría cuenta con apoyo y complicidad de un sector del poder.

El primer frío del año se siente en la esquina de Entre Ríos y Rivadavia. En la esquina del Congreso argentino un grupo lleva carteles de mujeres desaparecidas. Como lo hacen todos los 3 de cada mes desde hace tres años, el miércoles pasado pidieron por las chicas que no aparecen y reclamaron que el delito de trata con fines de explotación sexual sea declarado de lesa humanidad. Intentan que, así, no haya impunidad.

A unos metros, un teléfono público sirve de cartelera para la oferta de sexo. Son unos treinta papelitos de distintos colores que ofrecen una promesa rentada de placer. Parte del negocio ilegal que se nutre de las muchas mujeres que están desaparecidas.

En Argentina, muchas organizaciones trabajaban sobre el tema en forma aislada, hasta que lograron reunirse en la Red Nacional Alto al Tráfico, la Trata y la Explotación sexual comercial de niños, niñas y adolescentes (RATT). Era septiembre de 2006 y la situación era grave.
El caso de Marita Verón llegó en forma de novela a la televisión y dio a conocer masivamente el drama de la trata. Su madre, Susana Trimarco, fue el símbolo de la búsqueda desesperada, rescató en el camino a cientos de chicas y abrió un refugio para víctimas en Tucumán.

En abril del 2008, se sancionó aquí la Ley 26.364 de Prevención y Sanción de la Trata de Personas y Asistencia a sus Víctimas, que puso a la Oficina de Rescate y Acompañamiento a personas damnificadas a la cabeza de la persecución del delito y asistencia directa a las víctimas. Lamentablemente, esta ley tiene muchísimos defectos, el peor de ellos consiste en poner en cabeza de la víctima mayor de 18 años, la carga de la prueba de que “no fue voluntario” el sometimiento a la red de trata.

Según las estadísticas de la Oficina de Rescate y Acompañamiento, desde su apertura, han liberado a 654 personas, de las cuales 149 eran menores de edad. Hasta ese momento, no era delito federal, entonces una chica era secuestrada en una provincia y su caso se lo tragaba la burocracia de los juzgados provinciales.

"Falta muchísimo por hacer", dice Fabiana Tuñez, de La Casa del Encuentro, la asociación que da asistencia a Graciela Cañete y a varias familias que buscan a chicas desaparecidas.

"La ley de Trata todavía no está reglamentada. Cuando una chica desaparece, todavía cuesta que le tomen la denuncia en la comisaría. La caratulan como 'fuga de hogar' cuando, ante la sospecha, tienen que poner 'trata'. Así, los mecanismos de búsqueda se activan de inmediato y son más eficientes. Esas primeras horas son fundamentales. Porque si se fugó, la fuerza estatal la va encontrar y si fue secuestrada también hay más posibilidades de hallarla. Eso es una decisión política, bajar esa orden a la Policía".

Esa primera denuncia puede ser la diferencia entre encontrarla o no. Según las organizaciones sociales, en los últimos 5 años en la Argentina han desaparecido alrededor de 600 mujeres.

"La víctima se encuentra en una situación de deterioro psíquica y física tremenda. Sus necesidades son enormes", dice Lirman. Y, una vez afuera, cada una procesa como puede esa realidad. Algunas se identifican como víctimas y otras han naturalizado la situación.

"Si no se ubican como víctimas, ven a su explotador como una especie de benefactor. Ellas requieren otro tipo de asistencia. Pero todo depende del período de encierro que vivieron", insiste.

Además, la mayoría de las mujeres esclavizadas sufrieron un desplazamiento. Las redes las captan en lugares pobres y las llevan a grandes ciudades. En esos casos, el retorno siempre es voluntario. La OIM, por ejemplo, se ocupa de los casos de extranjeras. Las ayuda a volver a sus países. En los casos de las menores de edad se busca fortalecer la familia, en las adultas se intenta determinar qué les gusta hacer y darles un oficio para vivir. Pero todo es un largo proceso.

El negocio de la explotación sexual es trasnacional, por eso los organismos que asisten a las víctimas también fabricaron redes que cruzan fronteras. El programa AVOT, por ejemplo, comprende a la Argentina, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay y en 5 años rescató aquí a 525 víctimas de algún tipo de trata. Pero, según sus estadísticas, en el último tiempo hubo un aumento casi constante de mujeres jóvenes víctimas. La mayoría sufre explotación sexual.

Vienen principalmente de Paraguay y Bolivia, además de República Dominicana, Brasil, Perú y Colombia. Del total, son 288 las mujeres que prefirieron volver a sus países. El 48% regresó a Bolivia, el 31% a Paraguay; el 10% restante regresó a Dominicana.

Ciudad del Este es el corazón de la Triple Frontera. El punto en que se unen los territorios de Brasil, Argentina y Paraguay, en el mapa del tráfico de personas mundial, se destaca como uno de los más importantes.

En ese mar de contrabando, Celina Figueredo parece navegar sola. La Oficina de Conocimiento, Prevención y Acompañamiento de Niños, Niñas y Adolescentes en situación de explotación sexual sólo tiene grande su nombre. Figueredo la dirige junto a un pequeño grupo. Su sede sirve como administración, refugio de víctimas y aula de oficios.

"El desafío es enseñarles un trabajo para reemplazar a la prostitución. Aquí la mayoría elige aprender peluquería", cuenta, mientras aclara que sabe que para las víctimas "volver solas a la normalidad es casi imposible. Se trata de recuperar un poco la autoestima, de ayudarlas a ver una posible salida para vivir".

Figueredo repasa la ruta de las esclavas. De las áreas rurales llegan a Ciudad del Este. "La situación económica que vive el país no ayuda. El movimiento interno es la antesala para la trata internacional. Pasar a una mujer por la frontera puede costar unos 40 dólares. Ellas vienen buscando una alternativa económica y caen en una red. Muchas veces son también usadas como mulas para pasar contrabando por la frontera", explica. Ella dice lo que todos saben, el traslado se hace por los mismos lugares, el que trafica, trafica todo, coinciden los especialistas.

El esquema básico que comenzó a funcionar con éxito fue: encontrar a las víctimas del tráfico que están secuestradas; luego darles asistencia y protección para después ayudarlas a reinsertarse. En Estados Unidos a las víctimas extranjeras les ofrecen una visa especial, la llamada "T". Desde 2005 dieron más de 1.900, mil de ellas a víctimas y el resto a familiares porque "dentro del programa también se busca la reunificación familiar", explicaron a Clarín desde el Departamento de Estado.

Lograr una ley es dentro de todo fácil; tener fondos y refugios es lo más difícil, dicen los expertos.
"John" es un nombre común, es Juan en inglés y es como llaman a los clientes de los prostíbulos en EE. UU. En el estado de Nueva York la legislación contra la trata con fines de explotación es tomada de ejemplo porque apunta a la ayuda a la víctima y también va contra los "Johns". El viernes, Argentina firmó un proyecto que se insinúa en esa dirección.Monica Ryan trabaja en el edificio de la fiscalía de Brooklyn y fue parte de uno de los primeros casos de trata descubiertos en la Gran Manzana. Se trataba de chicas mexicanas secuestradas en el barrio de Queens y explotadas por dos hermanos que recibieron una condena de 50 años cada uno. Tuvieron más de un año para testificar. "El objetivo esencial es que la víctima no tenga que revictimizarse. Por eso entran en un proceso de preparación para testificar y en muchos casos son asistidas por ONG", explica Ryan.
Hace siete meses que Graciela Cañete escapó del infierno de la explotación sexual. En este tiempo no habló nunca con un psicólogo. Sentada a metros del lugar de su secuestro dice que espera que el intendente de Ezeiza cumpla con su promesa de una casa y un subsidio para alejarse un poco del inicio de la red que la atrapó. Ya declaró y reconoció el prostíbulo y a sus secuestradores. Su causa está bajo secreto de sumario.

A 50 años de la píldora anticonceptiva,


La píldora anticonceptiva nació en un laboratorio de los Estados Unidos, de la mano de dos hombres: uno, Gregory Pincus, iba por el control de la natalidad; el otro, John Rock, buscaba que concibieran mujeres infértiles. Ambos lograron bloquear la concepción usando progesterona para que no haya ovulación. Y que la FDA (la autoridad sanitaria de EE.UU.) aprobara su uso. Fue un éxito, allá y en todo el mundo.


Ya existían el preservativo, el diagragma y el DIU. Pero la pastilla le daba control pleno a la mujer, en su intimidad, sin ser invasiva ni médicos. El sexo pudo separarse de la procreación."La pastilla hizo que la fecundidad bajara notablemente en Latinoamérica. En Argentina venía bajando por las corrientes migratorias europeas, que traían la idea de que hay que tener los hijos que se pueden alimentar y educar -dice Mariana Romero, médica, investigadora del CEDES-. Pero sin duda fue una revolución. Le dio a la mujer el control de la fecundidad".


Sólo en 2009 se vendieron en el país 19 millones de cajitas."La consume el 18% de las mujeres en edad fértil (14 a 45 años) -explica Alicia Figueroa, directora del Centro Latinoamericano de Salud Mujer-. Es una estimación de la Confederación Farmacéutica Argentina cruzada con datos del Ministerio de Salud. El consumo subió un 50% desde 2003". Ese crecimiento va de la mano del Programa Nacional de Salud y Procreación Responsable, por el que se entregan pastillas gratis en el 90% de los centros de salud del país, y las obras sociales y prepagas deben cubrir el 100% de su costo.


Sin embargo, respecto del Programa Nacional de Salud y Procreación responsable, restan algunas consideraciones por destacar: en primer lugar, son muchísimas las denuncias que realizan jóvenes y mujeres -la mayoría de ellas en situación de pobreza- en relación a la baja calidad de las pastillas anticonceptivas que los distintos centros de salud brindan gratuitamente en virtud del mencionado programa. Sucede, además, que a veces ni siquiera pueden proveerlas porque "no llegan" al sanatorio o salita u hospital. Todo ello repercute en aquellas mujeres y jóvenes que se encuentran en situación de pobreza, puesto que no pueden afrontar los gastos de un paquete de pastillas anticonceptivas -las más económicas hoy rondan los $25.-, y terminan consumiendo las de baja calidad que brindan los hospitales públicos (cuando tienen para distribuir).


Todo esto no es más que la consecuencia de la desidia del gobierno respecto a la salud sexual de la población en general. Ello también se manifiesta en la falta de educación sexual plena, placentera, segura y responsable que, desafortunadamente, no se toma como política de estado.


martes, 4 de mayo de 2010

¡Cárcel común a los curas violadores!

No hay mes, no hay semana, no hay día en que uno no se entere de que una mujer, un adolescente, un niño o niña es abusado o abusada sexualmente, violado o violada. En la calle, en el barrio, en la escuela, en la Iglesia…

En estos últimos meses diarios de todo el mundo denuncian cientos de casos de abuso y violación perpetrados por sacerdotes de la Iglesia católica. Son curas, algunos con alto rango dentro de la institución, que se aprovechan de su investidura y su doctrina para abusar de niños y niñas que creen en ellos… y es justamente por esto que a veces pasan años hasta que las víctimas pueden hablarlo, contarlo, hacerlo público. Esto muestra la vil hipocresía de una doctrina que dice defender la vida castigando al aborto cuando mueren miles de mujeres pobres por abortos mal realizados y persigue por “antinatural” a los homosexuales, cuando tapa y encubre en sus filas a semejante cantidad de pervertidos.
La jerarquía eclesiástica encubre

Mientras desde el Vaticano se escriben cartas pidiendo el perdón a las víctimas de los curas pederastas (abusadores de menores), son públicas y notorias las pruebas que involucran directamente al Papa Benedicto XVI en el encubrimiento de estos casos.

Una carta, firmada por el mismo Ratzinger, demuestra cómo el futuro Papa, en sus funciones de prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, se opuso a la destitución del cura Stephen Keisle “por el bien de la Iglesia Universal”, según aparece en el texto.

The New York Times denunció un comportamiento similar del ahora Papa con Lawrence Murphy, en Wisconsin. En aquel momento, Ratzinger alegó para no castigarlo que era muy anciano. Hoy el Vaticano y las jerarquías de la Iglesia en los distintos países no pueden tapar más, aunque quieran, este hecho que salpica de vergüenza la institución toda.

Sólo algunos ejemplos

Los escándalos de pedofilia que afectan a la Iglesia católica sacudieron al país con más devotos de esa fe en el mundo, Brasil, luego de que el Vaticano reconoció que allí sacerdotes abusaron de menores. Escándalos por abusos sexuales enfrenta la Iglesia también en Alemania, Chile, Estados Unidos (en un período de 52 años, fueron reportadas 10.667 denuncias), y en Irlanda, donde el Vaticano tuvo que aceptar la renuncia del arzobispo.

Además, este escándalo ha sacudido por etapas en las diócesis católicas de España, Francia, Italia, Austria, Polonia, Gran Bretaña, México, Costa Rica, Puerto Rico, Colombia, y la lista sigue.

En Argentina ejemplos sobran…

Por nombrar algunos casos: el Arzobispo de Santa Fe, Edgardo Storni, fue procesado por acoso y abuso sexual de varios seminaristas a su cargo en el 2003. Julio Cesar Grassi, de la Fundación Felices los Niños, fue condenado por abuso sexual y corrupción de menores agravada por su condición de protector de sus víctimas. Hubo otros casos, como en el 2005 el sacerdote José Mercau, y su reemplazante al frente de un hogar, el sacerdote Mario Yulan, en 2007. Mario Napoleón Sasso, cura párroco de Pilar, fue otro de los sacerdotes detenidos por abuso de menores en 2004. En marzo de 2003 el sacerdote Héctor Pared, responsable del hogar “Hermano Francisco” de Florencio Varela, que albergaba a chicos de la calle, fue condenado por abuso sexual agravado y corrupción de menores calificada.

La Iglesia de nuestro país no se queda afuera de lo que se viene dando a nivel mundial. No sólo por los cientos de niños y jóvenes abusados por sacerdotes, sino por su práctica de querer tapar, silenciar y salvar de alguna manera a estos verdaderos depravados. Pero la voz de las víctimas que lograron hablar, la denuncia pública, el escrache a los abusadores y la lucha de los familiares, van dando luz en un camino lleno de oscuridad.

Si te provocan…

En una entrevista al diario de Madrid, La Opinión el 20/10/09, el Obispo de Tenerife Bernardo Álvarez justificó las acciones de pedófilos y proxenetas, aduciendo que muchos menores provocan deliberadamente a los sacerdotes: “Puede haber menores que sí lo consientan –refiriéndose a los abusos— y, de hecho, los hay. Hay adolescentes de 13 años que son menores y están perfectamente de acuerdo y, además, deseándolo. Incluso si te descuidas te provocan”. Sin palabras.

Refugio para abusadores

Tanto en el programa “Punto Doc” que ya no se emite, como en las investigaciones de Ignacio Senitzky, se da el dato de que existe un refugio, que sería el único en Sudamérica, para albergar a sacerdotes pedófilos.

Con la complicidad de la Justicia y del Clero, en Tortuguitas, el Hogar Mis Hijos se encuentra bajo el auspicio de la Domus Mariae, una asociación privada fundada en 1991 con el propósito de socorrer a sacerdotes que padecen trastornos emocionales. En una cámara oculta, aparece un reportaje al sacerdote Pedro Marano, ex director y psicólogo de Mis Hijos, en la que reconoce que allí se trata a los hermanos que han caído en el nefasto vicio, jactándose de que la mayoría de esos espíritus torturados se han reinsertado luego en sus parroquias o iglesias. De todos los pacientes que han obtenido asilo en Domus Mariae, Mario Napoleón Sasso es el único que, muy a pesar suyo, ha cobrado notoriedad. Después de su rehabilitación, el sacerdote fue procesado por abusar sexualmente de cinco chicas, de entre 5 y 12 años, que acudían al comedor para indigentes donde Sasso ejercía las funciones de asesor matrimonial.

(Fuente: Semanario Hoy Nº 1315, 28/04/10)