martes, 23 de febrero de 2010

Romina Tejerina: 7 años en prisión. Su violador, en libertad.


Un año y cinco infanticidios.

Mientras Romina pasaba en prisión cada uno de los doce meses del año 2009, se repetían las historias de infanticidios en Villa Castelli (La Rioja) en agosto, con una mujer de 29 años; también en el mismo mes en Paso de los Libres (Corrientes) con una adolescente de 17 años. En julio Carla Lauro, de 19 años, también mató a su hijo recién nacido en la provincia de Mendoza. Un mes antes,
en junio, una joven de 22 años, Ernestina Guevara, cometía un infanticidio en la provincia de Córdoba.

En Florencio Varela (Buenos Aires) ocurrió lo mismo luego de que la mujer ocultara su embarazo hasta parir; mató inmediatamente a su hijo y ocurrió en septiembre. Y estos son solo los infanticidios que llegamos a conocer a través de los diarios.

¿Cuántos más ocurrieron sin que salgan a la luz? Las tragedias de mujeres que matan a sus hijos recién nacidos se repiten una y otra vez en nuestro país.

Después de Romina Tejerina y su historia pública de violación, infanticidio y prisión, muchos nos preguntamos al conocer historias similares cuánta soledad y locura determinó cada desenlace. Qué hay detrás de cada joven y ese embarazo que siguió su curso para terminar de la peor manera posible. O cuánta tragedia habrá habido antes de cada infanticidio del año 2009, imaginándonos
la que vendrá después, dentro de una celda. La suerte puede ser distinta, pero por excepción.

El estado puerperal de la mujer parturienta es el argumento central de los proyectos de ley que proponen incorporar la figura del infanticidio al Código Penal, a fin de reducir la pena para las mujeres que presas de una situación psicofísica ven reducida la posibilidad de decidir libremente.Y ya la depresión post parto no pasa desapercibida. ¿Quién no conoce aunque sea en forma no tan directa, a una mujer que habiendo parido en condiciones óptimas (en un centro de salud público o privado) se niega a dar de comer al recién nacido, o no quiere verlo?

Correr un velo

La historia pública de Romina Tejerina permitió muchas cosas. Entre ellas, mirar donde antes no mirábamos. Cuestionar la naturalización de la violencia hacia las mujeres en nuestra sociedad, duramente reproducida por el Estado. Un Estado que provoca una y otra vez estas terribles historias, porque la mujer está mandada a reproducirse a como sea.

Pero quienes desde este rincón del país, iniciamos esta batalla de sacar el velo, no sólo nos contentamos con desnudar y poner sobre la mesa de todos la realidad que vivimos
las mujeres en esta sociedad: también nos organizamos para tomar en nuestras manos la lucha para evitar nuevas tragedias como la de Romina.

Arrancamos el Protocolo de Atención a Víctimas de Violación luego del caso “N”, dimos un paso
instalando, junto a otras historias y luchas similares, que en caso de violación el aborto no es punible
y realizamos una colecta para realizarlo; y sabemos hoy de una joven que en la misma situación de
Romina, con un embarazo de seis meses gestado con una violación, tiene la contención necesaria para evitar repetir la tragedia en este 2010.

Y también con Romina y situaciones similares de víctimas de abuso sexual, comenzamos un debate profundo respecto de que cuando una mujer dice “no”, es “no”, y que la reacción de “inmovilidad” ante un ataque sexual y la humillación es una reacción mayoritaria que nunca puede ser atribuida al consentimiento en una relación sexual.

Con la bandera de la libertad de Romina tomada por el movimiento de mujeres desde hace siete
años, surgieron proyectos de reforma del Código Penal, se absolvió a Elí Díaz en Córdoba (otra infanticida) provocando incluso un debate sobre la conveniencia o no de los jurados populares, ya que uno la absolvió. En cada rincón del país habrá mujeres que podrán contar qué cambió para ellas conocer la historia
de Romina.

La batalla que dio el movimiento de mujeres a nivel nacional por la libertad de Romina y evitar que se repitan nuevas tragedias como la de ella, excede la propia suerte de Romina para ser un movimiento que permitió dar grandes avances en conciencia y organización.

Se logró evitar una cadena perpetua que luego se asestó, al poco tiempo y en la misma provincia contra otra joven infanticida. Pero es moneda corriente el ensañamiento del Estado y la Justicia contra ella por semejante batalla y el consecuente avance de las mujeres en el largo camino por terminar con la opresión que se sufre por el simple hecho de ser mujer.

Este 23 de febrero se cumplieron siete años de cárcel desde aquel día en que Romina en medio de la locura mató a su hijo en el baño de su casa. Ya la condena a 14 años quedó firme, y llegando a la mitad de la pena impuesta, tiene derecho a gozar de las salidas transitorias y las salidas laborales. Aunque el ensañamiento nos obliga a sumar a la lucha por su libertad, el que se respete este derecho.


Romina atraviesa un momento difícil, de mucho aislamiento en el Penal, que la vuelve más vulnerable ante el Estado y su saña. En un momento de confusión, o de desesperación, y con diferencias con quienes fueron sus abogados durante estos siete años, decidió en la primera semana de febrero cambiar de defensores. Ello por diferencias, especialmente con su abogada, respecto de cómo resolver su situación de convivencia y aislamiento en la cárcel. Entendiendo que es una decisión equivocada, porque da muestras de debilidad ante el Estado y su saña, debemos redoblar los esfuerzos para que se respeten sus derechos a las salidas transitorias, a estudiar, y a que se respete su integridad psicofísica.

Y por Romina y todas las Rominas, redoblamos la batalla por incorporar la figura del infanticidio al Código Penal. Exigimos también el cumplimiento de todos los protocolos de atención a víctimas de violación; la cárcel a los violadores; que se declare la emergencia nacional en violencia sexual contra la mujer, para poner al rojo la realidad que viven las mujeres y la necesidad de tomar medidas en relación a esta situación. Exigimos que se aprueben protocolos de atención de abortos no punibles en hospitales, y que se garantice lo que hoy el gobierno no garantiza: la anticoncepción de emergencia gratuita en todo centro de salud y una amplia difusión de su existencia.


Por la destitución del juez Juárez

El mismo juez que procesó a Romina Tejerina, hoy soporta una denuncia de la casa de la mujer María Conti para ser destituido de su cargo. Ello por haber liberado a cuatro violadores confesos en una causa en la que la víctima es una joven humilde, y por haber violentado todos los derechos de la víctima por razones ajenas al expediente que desnudan una repudiable parcialidad del juez.

Este martes 9 se presentaron en el Superior tribunal de Justicia las firmas que se juntaron en San Pedro de Jujuy y que exigen la destitución del juez y el rápido procedimiento para ello. Asimismo, se ha conocido que el Superior tribunal de Justicia solicitó la renuncia al magistrado a partir de esta denuncia.

Se trata de Argentino Juárez, quien además garantizó la impunidad de los crímenes de Gómez y Justiniano, asesinados en medio de piquetes en Mosconi; y de Cristian Ibáñez y Marcelo Cuellar, integrantes de la CCC (Corriente Clasista y Combativa) ,asesinados uno en la comisaría de libertador Gral. San Martín y el otro en la represión a la movilización realizada por aquél crimen.

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