martes, 6 de marzo de 2012

8 de marzo Día Internacional de la Mujer Trabajadora


En el marco de la llegada del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajador, subiremos algunos artículos, que nos ayudarán un poco más a entender el porqué y para qué de este día, analizar la historia y cambiar esta realidad.
Los gobiernos, medios de comunicación y empresas hablan de la opresión de la mujer como algo superado, enalteciendo “políticas de igualdad” que ocultan la verdadera situación de la mujer.
Para empezar, hablemos de los orígenes....
El origen de la opresión de la mujer.


Durante un largo período de la historia de la humanidad, antes de las sociedades divididas en clases sociales, la mujer ejerció en pie de igualdad con el hombre sus derechos sociales.
En el llamado comunismo primitivo, los bienes materiales eran colectivos, pertenecían a la comunidad, y se obtenían a partir de la recolección de alimentos y de la caza, la agricultura y la domesticación de animales. Como no existía propiedad privada de los medios de producción, tampoco existían clases sociales. En la familia primitiva, el matrimonio se realizó, durante un largo período, a través de grupos –dentro de las gens (estructura familiar de lazos consanguíneos)- donde los hombres eran maridos y las mujeres, esposas. No existía la monogamia. Los hombres eran padres de todos los niños y las mujeres, madres. En un sistema como ese, la descendencia sólo podía ser verificada a través de la madre, lo que originó el matriarcado. La importancia de la mujer, como reproductora y único pilar seguro de la descendencia familiar, se extendía también a las tareas que desempeñaba en la comunidad: la transformación de los alimentos y el desarrollo de la agricultura.
El matriarcado fue sustituido por el patriarcado cuando el desarrollo de la agricultura, del pastoreo y las técnicas de fundición de metales para crear nuevos instrumentos propició el surgimiento del excedente de producción. Por un lado fueron los hombres quienes pasaron a controlar las más sofisticadas técnicas e instrumentos de producción, controlando también los excedentes que generaban. Por otro, como en los matrimonios por grupos era imposible determinar la descendencia paterna, la sociedad se readecuó para que los hombres pudiesen legar a sus hijos legítimos los bienes que acumulaban en vida. Para garantizar la herencia, surgió la monogamia.
Para Federico Engels, en su libro “El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado”, el desmoronamiento del derecho materno (matriarcado) supuso “la gran derrota histórica del sexo femenino en todo el mundo”. Apartada de la producción social, la mujer se refugió en el mundo doméstico, donde la tarea de reproductora de seres humanos, que en el pasado fue su principal triunfo, se volvió su grillete más pesado. A partir de ahí, en los distintos modos de producción (esclavismo, feudalismo y capitalismo) de las sociedades divididas en clases, la historia de la mujer fue la historia de su opresión.


¿Que es la doble opresión?

En el capitalismo, como en las anteriores sociedades divididas en clases, se ha conservado el papel subordinado de la mujer, en la sociedad y en la familia. La familia se mantiene como una unidad económica de la sociedad, con funciones políticas e ideológicas.

Las mujeres tienen a su cargo el conjunto de las “tareas domésticas”, garantizando que los trabajadores obtengan descanso, ropa y alimento para reiniciar sus tareas día a día, es decir, contribuyen a reproducir la fuerza de trabajo utilizada por los capitalistas. A la vez, son responsables de la crianza de los hijos y de transmitir la cultura y los valores de la sociedad que, según la ideología de las clases explotadoras, se basan en el respeto a la autoridad y el orden establecido.

La mayoría de las mujeres sufre una doble opresión: de clase, por ser parte del pueblo, y de género, como mujeres. Son víctimas de acoso, abuso sexual y violencia. Crece la prostitución, el comercio de niñ@s y la pornografía. Las trabajadoras no tienen igual salario por igual trabajo, ni las mismas oportunidades laborales que los varones, y cumplen una doble jornada, fuera y dentro del hogar.

Construir una sociedad sin explotación de clases y avanzar en la lucha por terminar con las diferencias sociales y la opresión, requiere avanzar hacia la socialización del trabajo doméstico e impulsar la lucha ideológica y política para superar las ideas y costumbre heredadas de la vieja sociedad. Así se crearán las condiciones para eliminar la opresión de género y para que las mujeres desarrollen cualquier tipo de actividad en un plano de igualdad con el hombre.

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